Para comprender estas interacciones, debemos primero entender el significado del concepto medio ambiente y cómo éste se relaciona transversalmente con todos los aspectos mencionados anteriormente. En primer lugar debemos establecer que este es un concepto dinámico que ha cambiado y seguirá cambiando porque el mundo siempre está cambiando. Vivimos en un mundo dominado por el hombre donde la demanda creciente de recursos está alterando la Tierra en una forma sin precedentes. Actividades como la agricultura intensiva, las pesquerías, la industria, la recreación, el comercio internacional, entre otros, son agentes que causan, al menos, tres grandes cambios ambientales: i) transformación de los océanos y tierra por la explotación masiva de recursos; ii) alteración de los ciclos biogeoquímicos (ciclo de carbón, nitrógeno agua, químicos sintéticos etc.), y iii) la incorporación de especies-plagas o la remoción de especies, alterando en una forma dramática los patrones de biodiversidad específica y genética. Por todo ello es que científicos han denominado al presente siglo como el del medio ambiente. En este escenario conflictivo es necesario resolver cómo enfrentamos la problemática ambiental de una forma racional.

Este contexto coloca a científicos ante la responsabilidad de responder a éstas demandas modernas. Este nuevo contrato social para la ciencia debe significar que el sistema de ciencia y tecnología instalado en el país comience a realizar una labor cada vez más importante. No se trata solo de servicios, monitoreos y muestrear algunos datos necesarios para la toma de decisiones lo que el país requiere. Chile necesita un compromiso global ante ciertas materias que si no son tratadas seriamente, y en forma equilibrada, no seremos capaces de responder a las demandas sociales y económicas que el país requerirá en tan solo unos pocos años más. Debemos aceptar y reconocer que las modificaciones ambientales que se nos aproximan serán de tal magnitud que no tendremos capacidad de sobreponernos.

Chile ha basado su crecimiento económico en la explotación de recursos naturales con bajo nivel de inversión en investigación y desarrollo debido a que en la gran mayoría de los casos sólo se ha trasladado conocimiento y apropiado tecnologías existentes en otros países y situaciones, en ocasiones incomparables, forzando su acomodación a nuestra situación nacional. La problemática ambiental chilena debe y tiene que ser estudiada en y desde el país, y en este contexto el desarrollo científico de las Ciencias Ambientales requiere aun alto grado de desarrollo. Solo entonces, la capacidad de emprendimiento será la que este país necesita y está pidiendo a gritos, de lo contrario seguiremos tropezando, y cada vez con más frecuencia, en problema tras problema, y en un tiempo más corto que largo perderemos nuestro potencial de desarrollo.

Alejandro Buschmann, Doctor en biología marina
Oceana, Oficina para América Latina y Antártica

Noticia obtenida del Portal del Medioambiente