La basura de la cual intentamos deshacernos tiene fuera de nuestros hogares un destino que para muchas familias es una forma de vida. Muchas de estas familias recurren a sus propios hijos para que colaboren en una actividad que, de acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), es una de las más peligrosas para niños y niñas, y que vulnera sus derechos: la recolección y clasificación de residuos en carritos tirados por caballos.
Ayer se presentó una investigación de la Fundación Telefónica para su programa "Proniño" y de Gurises Unidos denominada "Trabajo infantil en el Uruguay: La Paradoja de la sobreviencia en la basura". Es que para la gran mayoría de los pobladores del mundo, la basura es eso, basura que hay que desechar. Para otros, es una forma de vida.
En Uruguay, según el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), se estima que la actividad de recolección y clasificación trabajan entre 16 y 20 mil niños y niñas. Ellos no gozan de derechos tales como la educación, el juego, y más aún, se exponen al riesgo de enfermedades, del tránsito y la noche.
La investigación realizada mediante 117 entrevistas a 15 familias de diferentes asentamientos de Malvín (74 a menores de 18 años y 43 a mayores) revela la percepción que tienen niños y niñas, así como adultos, sobre las actividades que realizan. Según el informe, "una característica del trabajo infantil y adolescente en la recolección de residuos (…) es que se realiza en la mayoría de los casos dentro de una estrategia productiva familiar".
Los testimonios lo presentan como un hecho de la "cotidianeidad" y "está integrado a las actividades diarias como las de estudiar". En otro tramo del informe explica sobre los riesgos que tiene esta actividad. "El hecho de trabajar en el reciclaje desde niños hace que se socialicen en el trabajo de la basura, lo naturalicen y quieran continuar cuando son mayores".
Según los testimonios, el informe saca como conclusión que "algunos perciben la recolección como trabajo como forma de subsistencia, pero es una actividad que realizan a disgusto" así como en otros casos si bien "la realizan a gusto, mencionan los riesgos que corren".

Vulneración
Uno de los aspectos que deja en claro la publicación es la vulneración de derechos básicos e inalienables de niños y niñas al trabajar en la recolección de residuos. Sobre esto, la intendenta de Montevideo, Ana Olivera, explicó que "cuando hablamos de niños que trabajan en un carro, se les está impidiendo el acceso a la educación". El informe reveló que se constata "un déficit enorme en la inserción a nivel de educación inicial de los hijos de padres que se dedican a la recolección".
El 89,2% de los niños entrevistados "no han concurrido nunca" a un centro CAIF a pesar "de la amplia oferta existente", describe el estudio. Por otra parte se desprende que "existe un 66,7% de niños mayores de 12 años que no ha completado primaria" y no se registraron casos de secundaria completa.
Por otro lado se revela que "las situaciones de vivienda son de gran precariedad". Uno de los problemas detectados es que la basura es llevada a los hogares y clasificada allí. Para la ministra de desarrollo social, Ana Vignoli, "es esencial que se trabaje en la restitución de los derechos de niños y niñas" y esto "se logra también con trabajo social".

Trabajo familiar
Según el director del Instituto del Niño y el Adolescente (INAU), Jorge Ferrando, que tiene experiencia tras haber trabajado desde lo social en la década de 1970 con familias relacionadas al trabajo infantil, "para ellos nuestra basura es en realidad como un bien preciado a conseguir". Destacó que "se da en un ámbito familiar", tal como lo revela el estudio.
Según el informe, la mayoría de las familias que realizan esta actividad tienen alta reproductividad: el 74,4% tiene más de 6 integrantes. Las mujeres comparten la actividad de recolectar residuos con los hombres y niños.

La República (Uruguay) 20-11-10