El Mides creó en 2006 el programa Uruguay Clasifica, con el objetivo de comenzar a ordenar la tarea de los clasificadores en Montevideo y en el interior del país.
Desde ese año hasta hoy se han podido consolidar unas 15 cooperativas de clasificadores que trabajan en conjunto con la comunidad y las intendencias. De todas maneras, la informalidad sigue primando. En el proceso nacieron los circuitos limpios pero no todos participan de ellos. La tarea de elegir dónde poner la basura se vuelve cada vez más compleja. La coordinadora de Uruguay Clasifica, Viviana Basanta, explica la situación actual.
¿Cómo es el trabajo con la ciudadanía de Uruguay Clasifica?
El programa nace en 2006 y por primera vez se comienza a trabajar en el interior del país. Acá se trabaja desde la Intendencia de Montevideo pero eran programas muy puntuales a través de convenios sociolaborales. Cuando nace el programa es cuando se empieza a trabajar el tema a nivel nacional y es en ese momento que comienza a ponerse en la agenda.
Empezamos el programa con una consulta participativa. Cada sector daba su opinión de lo que creía que se tenía que hacer con el tema de los clasificadores y ellos mismos opinaban de lo que necesitaban. Todo se estructura en eso. Los referentes tenían conocimiento de experiencias de Brasil y Argentina y por eso comienzan a tomar el nombre de cooperativas. Acá la mayoría adopta el modelo brasileño, que se basa en la recolección selectiva de materiales reciclables.
¿Qué se trata de cambiar con este programa?
La forma de trabajo del clasificador. Pero ésta sólo puede cambiar si cambia toda la gestión de los residuos y cómo la comunidad los trata.
¿Qué es más difícil, cambiar la forma de trabajo del clasificador o cambiar las costumbres de la sociedad?
Yo creo que las costumbres de la sociedad. Nunca se ha trabajado en un programa, ni tampoco se ha tenido el objetivo de difundir, ni capacitar a la comunidad en lo importante que es poder hacerse cargo de sus residuos. Si vos le preguntás a alguien dónde tira sus residuos, cuál es su destino final, creo que nadie lo conoce. El tema es sacarlos de su casa. Esa es la cultura que hemos generado todos los ciudadanos.
¿Cuáles son las diferencias que hay entre los clasificadores del Interior y de la capital?
Están los de calle y los que trabajan en el propio vertedero. En el Interior no se conocía la presencia de clasificadores de caballo y carro porque no se veían en la calle como acá, en Montevideo, sino que estaban dentro del vertedero. Ese es el clasificador que se conoce en el Interior. Obviamente trabaja en condiciones terribles, porque al vertedero llegan todos los residuos mezclados, los orgánicos, las sustancias peligrosas y los materiales para reciclar, que, si ellos no los sacan, son enterrados.
¿La imagen del clasificador no es bien vista en la sociedad?
Ellos aportan un ingreso importante al país ya que generan fuentes de trabajo. Son los primeros que sacan esa materia prima y los primeros que la ingresan a la industria. De lo contrario se pierde. El primer paso del reciclaje lo introducen los clasificadores, pero son los que en peores condiciones están. Son los que evitan que el vertedero se llene más rápido y son los que aportan al tema ambiental, siendo los que peor sufren las condiciones del ambiente. Hacen un aporte importante a la sociedad, a la industria, y son los que más sufren todas las consecuencias negativas de ese aporte.
El ministro de Trabajo, Eduardo Brenta, marcó como prioridad para este año el comenzar a trabajar con este sector para lograr la formalización de todo el sector.
Hace tres años que nosotros firmamos con la Intendencia y los ministerios de Trabajo y Vivienda el Compromiso por la Ciudad y la Ciudadanía, en el marco de mejorar las condiciones de vida de los clasificadores. En principio los distintos organismos se reunían en una interinstitucional y se trabajaba en lineamientos generales que luego eran presentados a los clasificadores en reuniones mensuales. De todo esto los resultados más claros fueron los cursos de capacitación para clasificadores adultos que se dictaron a través del Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop). También se logró que los hijos de los clasificadores recibieran cursos extendidos con apoyo económico a través de las organizaciones no gubernamentales (ONG) Girasoles y Pro Joven.
Otro logro fue la transferencia de dinero del Mides a la Intendencia para que se apoyaran emprendimientos de clasificadores. De esa manera una cooperativa logró la compra de un camión, un galpón para otra, equipamientos. El proceso fue muy interesante, pero muy puntual, y fueron programas piloto. Ahora se piensa en algo más grande.
Por ejemplo, ¿para trabajar con los clasificadores en Montevideo se necesitaría implementar el sistema de circuitos limpios?
Acá en Montevideo hay cooperativas que trabajan con circuitos limpios (La Resistencia y Cacharpa). La Universidad de la República es una de las instituciones que está plantada en los circuitos limpios a través de un grupo de extensión universitaria que se vincula con distintas cooperativas, que son las encargadas de realizar la recolección selectiva. ¿Qué implica este circuito? Que la persona tenga el contacto con el clasificador para entregarle los residuos por separado. No los deposita en el contenedor todos juntos, sino que los divide en sólidos y orgánicos y les entrega el residuo reciclable.
Esa experiencia se está aplicando en algunos barrios pero no a nivel de toda la ciudad. El resto de la gente que tiene la intención de separar cuando llega al contenedor, ¿tiene que tirarlo todo, lo sólido y lo orgánico, en un mismo lugar?
Sí, es así, porque no está planteado el sistema de recolección de basura municipal de manera distinta. Ahora estamos trabajando con parte de la Intendencia y estamos viendo la propuesta que se va a tener en ese sentido.
¿Los contenedores separados ayudarían a mejorar la limpieza en la ciudad?
Sí, claramente. Es un paso que haya contenedores distintos. Nosotros creemos que tienen que existir circuitos limpios y se debe lograr una recolección selectiva de los materiales puerta a puerta o en islas de recepción. Eso da un resultado bárbaro porque la gente se logra concientizar de que debe sacar los materiales por separado.
Es en ese proceso donde se conoce el destino del residuo. Montevideo es grande y hay que pensar un plan mucho más complejo, pero por ahora lo que se está haciendo es esto: hacer experiencias piloto de recolección selectiva en algunos barrios.
¿Qué barrios practican hoy el sistema de circuitos limpios?
El primero que empezó fue el Municipio C o la zona 3. Allí se realiza la separación en origen y una vez por semana la cooperativa La Resistencia recoge los residuos que han dejado por separado los vecinos y los traslada a su galpón, donde hace la separación más fina con materiales más limpios para luego ser vendidos.
¿Ve posible la aplicación de este tipo de programas en toda la ciudad?
Es la Intendencia de Montevideo la que por ahora resuelve.
¿Hay coordinación?
En algunas cosas sí y en otras no. Estamos en un proceso.
¿Para ti qué es lo interesante de todo esto?
Antes éramos cinco los que estábamos con este tema y ahora somos un montón de gente la que está trabajando con el tema de los clasificadores: instituciones, técnicos, el PIT-CNT. En otros momentos el Ministerio de Trabajo no estaba, pero ahora sí. En mi opinión, en la corta historia que tenemos se está produciendo mucho a nivel académico sobre este tema. Antes se veía el problema y no se pensaban soluciones. Creo que ahora se están planteando posibles soluciones desde distintos lugares y eso me parece que es una buena señal.
Daniela Fassanello
La República (Uruguay) 12-04-11