Argentina | Buenos Aires | 30-08-2016
En Alemania, uno de los países donde existe más conciencia acerca del cuidado del medio ambiente, se genera media tonelada de basura por habitante cada año, incluyendo lo que va a los cestos de reciclaje. En casa de la alemana Stefania Kiessling deberían generarse dos toneladas y media de desechos al año, ya que vive con su esposo y sus tres hijos en la localidad de Bruckmühl, en Baviera. Pero hace dos años intentan vivir en lo posible bajo la premisa «basura cero».
La idea de la «basura cero» es eliminar los desechos no reciclables, explica Ralf Buschmann de la Asociación para el Medio Ambiente y la Protección de la Naturaleza en Alemania (BUND). La mejor forma de evitar la basura es no llevarla a casa. Esto es posible si se va con una lista de compras muy detallada al mercado y se reflexiona previamente acerca de las costumbres que uno tiene a la hora de comer. Quien compra siguiendo esta premisa termina tirando menos productos que no llegó a consumir.
Sin embargo, muchos productos sólo se consiguen envasados en el supermercado, como pizzas, cereales, pan y verduras. A Kiessling le molesta mucho esto, ya que es basura que luego debe reciclar. Por eso, prefiere comprar sin envases. Los cereales para el pan y el muesli los compra directamente en el molino. Cuando va al carnicero, lleva sus propios envases. Por otra parte, hay varios supermercados donde las frutas y las verduras se venden sueltas, sin empaquetar.
Algunas tiendas en Alemania están dando un paso más allá: en el supermercado de Milena Glimbovski en Berlín, hay unos 600 alimentos sin envasar que se pueden llevar en un recipiente propio, como copos de cereal o café. No tiene productos que requieran frío ni conservas. «Queremos ofrecer una alternativa al modo habitual de hacer las compras», explica la gerente de Original Unverpackt (algo así como «Originalmente sin empacar»).
Sin embargo, este tipo de tiendas que venden productos sin envasar no existen en todos lados. Así y todo, es posible evitar mucha basura a la hora de hacer las compras, dice Glimbovski. Las nueces y antipasti suelen conseguirse en muchos mercados sin envasar. La mayoría de las panaderías venden el pan suelto, con lo que se lo puede guardar en una bolsa de tela propia. La única desventaja comprando así es que se tienen que visitar varias tiendas, no un solo supermercado.
Por eso, para evitar crear basura, también hace falta bastante ingenio. Antes de tirar algo, Kiessling intenta darle otra utilidad. Con los restos de verduras hace sopas, con los restos de manzanas, vinagre. Y muchos de los alimentos que no consume los convierte en compost. Para eso no hace falta tener un jardín, también es posible generar compost en pequeños recipientes en el balcón. Kiessling juntó en el transcurso de los años muchas ideas de cómo se pueden reciclar los residuos. Incluso recicla las medias largas de sus hijos: corta trocitos de las piernas, los retuerce y fabrica gomitas para el cabello.
Si bien se puede reciclar mucho, hay ciertos límites: hay envoltorios y envases de vidrio que no se pueden volver a utilizar. En esos casos, hay que intentar al menos separar la basura, ya que es más fácil reciclarla si está limpia, advierte el experto del BNUD Buschmann. Kiessling tampoco logra reciclar todo. De todas formas, casi no genera basura: los restos no reciclables de la familia Kiessling en 2015 llenaban apenas un frasco de conservas y la bolsa de una aspiradora. El resto de los alemanes generó, en promedio, 162 kilos de basura no reciclable en un año.
FUENTE:
El Día de La Plata ( Argentina )