Aunque la ley de Basura Cero no logra cumplirse, por distintos motivos, todos los días en la ciudad logran ser recicladas cerca de 331 toneladas del total de las botellas, cartones y plásticos que se tiran al tacho.
El número resulta del trabajo de miles de personas que por razones tan variadas que van desde la militancia ecologista hasta la solidaridad con el trabajo que llevan adelante las cooperativas de cartoneros resuelven poner un cesto más en su casa y separar ahí todo lo inorgánico.
Recicladores porteños sin ley ni obligaciones, estos vecinos se las rebuscaron para organizarse y hacer llegar el material clasificado para que tenga un nuevo uso. Quiénes son y qué opinan de la nueva entrada de los contenedores en la Capital, una vez que se ponga en vigencia la nueva licitación de recolección de residuos.
Palermo, capital del reciclado porteño. Desde un hostel completamente ecológico hasta el entusiasmo de vecinos que trasladan en colectivo botellas y cartones rescatados de la basura, Palermo parece concentrar el mayor espíritu verde de Buenos Aires.
Gran parte de ese entusiasmo tiene su sustento en la Cooperativa del Ceibo, que hace más de una década mantiene un pacto con los palermitanos para rescatar casa por casa todo el material reciclable del barrio. "Para mí no fue ningún problema. Cuando empezó todo, hace ocho años más o menos, yo sacaba cinco bolsas de basura por día, ahora saco dos. Es que el plástico ocupa mucho lugar y yo ahora lo entrego pisado. Es mucho más fácil sacar ordenada la basura", explica a lanacion.com Fabián Enrique Tropini, un encargado de un edificio de la calle Darregueyra al 2200.
Así, El Ceibo logra separar cada día 12 toneladas de lo que de otra manera terminaría transformado en basura domiciliaria. Uno de sus clientes es el hostel Eco Pampa, que llevó el reciclado hasta su máxima expresión: transforma los residuos orgánicos en un compost (técnica para convertir la materia en abono) que mantiene en un tanque australiano, justo al lado de una huerta orgánica, en la terraza de la casa de tres plantas.
María Julia, que empezó en 1989 a "cartonear" en las peores condiciones y hoy, desde El Ceibo, se transformó en un integrante importante de la pequeña comunidad de vecinos que la saluda al pasar contó: "Hay personas que vienen en coche a traer el vidrio y los papeles. Una chica hasta se toma el colectivo para acercar los paquetes con cartones y botellas. Es que la gente está más atenta a lo que pasa, está más dispuesta a escuchar y a participar".
Así es cómo el reciclado se fue convirtiendo en parte de la rutina barrial. "Julia es como el cartero. Llueva o truene, viene siempre. Gente como ella me inspira para seguir adelante", sostiene Norma Camargo, encargada de un edificio de Paraguay al 4600.
Militancia europea. Siete personas de la Consejería de Educación de la embajada española en Buenos Aires volvieron verde el espacio de trabajo y de atención al público en el barrio de Montserrat. No se trata de una política pública para los organismos del gobierno español en el extranjero, sino de una iniciativa de uno de los integrantes de esa dependencia.
"Pusimos tres contenedores: uno verde para el papel y el cartón, uno negro para lo orgánico y uno rojo para el plástico, el pet y el vidrio. Cada 15 o 20 días llamamos a la Cooperativa del Oeste para que retiren los secos", sostuvo Ramiro Sousa, un licenciado ambiental que también es administrativo de la Consejería e impulsor de la transformación. El cambio incluye hasta el uso de vasos de vidrio para el agua que se ofrece al público y la plantación de árboles en la reserva cercana a Perú Beach, en San Isidro, para compensar la generación de dióxido de carbono por el consumo eléctrico.
Eco-abuela. En Liniers hay una vecina que aprendió en sus setenta a separar los residuos. Dicen que los paquetes que entrega en su prolijo changuito llevan su firma porque parecen "esterilizados". Griesa Maini, que debe su apodo al color de sus ojos, contó: "Aprendí a ser cartonera a pesar de que tengo 77 años. Y creo que soy de las primeras que se animó cuando en la época de los recitales en Vélez iba con mis nietos a juntar latitas. ¡En una noche llegamos a juntar 600!".
Y recordó: "Nunca en mi vida fui una persona pipi-cucú. De chica viví en un conventillo, pero en mi casa me enseñaron a no despreciar a nadie. Para mí la gente que junta la basura de otros es lo más grande que hay".
Basura que sana. En la F undación del Hospital Garrahan la idea de q ue lo que se tira al tacho tiene valor tomó hace más de diez años un nuevo aspecto: también sirve para curar.
Cuarenta y seis mil toneladas de cartones, mil toneladas de tapitas de botellas y una tonelada de llaves de bronce después, lograron que miles de chicos de bajos recursos pudieran atenderse en la Capital, que se comprara equipamiento médico e insumos y hasta que se pudiera brindar formación para médicos y enfermeras de la institución.
Pero para llegar a las 331 toneladas que, según el gobierno porteño, se recolectan cada día en la ciudad a todos estos "recicladores sin ley" se les suma el trabajo de muchos otros como los de Puerto Madero, que sí están obligados a clasificar los residuos, al igual que los grandes generadores (hoteles, shoppings, etc.). También, lo que surge de las zonas más humildes de la ciudad, como la villa 21-24 de Barracas, donde la Cooperativa Guardianes del Riachuelo por ejemplo, al rescatar todo el material recuperable de la basura, provocó un cambio dramático en el paisaje del barrio.
Cuando comience a regir el nuevo sistema porteño de recolección habrá un nuevo marco formal para la separación, tal como estaba previsto en la ley de Basura Cero aprobada en 2005. De cumplirse, los pliegos prevén que los residuos secos sean recogidos al menos una vez por semana para lo que se distribuirán contenedores, según adelantaron voceros del Ministerio de Ambiente porteño, en todas las calles de la ciudad donde depositar lo clasificado. La separación será voluntaria por lo que, en gran medida, el éxito dependerá de los vecinos. ¿Será posible? Casi a coro los vecinos consultados por lanacion.com coincidieron en que era: "Una cuestión de campañas y educación"
La Nación (Argentina) 21-07-10

