El sistema cloacal, administrado por una junta vecinal, ha llegado al límite de su vida útil. Los pobladores de la zona cortaron el tránsito en 9 de Julio y Cangallo. Piden que la SAT se haga cargo del servicio. El presidente de la junta no quiere cederlo.

Como una película de terror, el agua servida aflora por todos lados: por los resumideros, las piletas de lavar, la bañadera… El olor nauseabundo impregna gran parte de las casas de Villa Angelina, donde el sistema cloacal ha llegado al límite de su vida útil. "Ni siquiera podemos bañarnos porque el agua sucia brota en forma permanente. Debemos ir a la casa de algún pariente", confiesa Carmen Fecha. "Los que más sufren son los enfermos que no pueden ser trasladados", añadió otra señora de la cuadra.
Hartos de reclamar una solución al inconveniente que padecen desde hace un año, los vecinos cortaron ayer el tránsito en Cangallo y 9 de Julio, y quemaron cubiertas. A diferencia de lo que opina buena parte de los habitantes de San Miguel de Tucumán, los de Villa Angelina piden que los incorporen a la SAT, porque consideran que esa empresa brinda un mejor servicio.
Desde hace varias décadas, el agua corriente y las cloacas de Villa Angelina y del barrio Parodi (ubicados a la altura de Jujuy entre avenida Democracia y Pérez Palavecino) están a cargo de una junta vecinal. Los usuarios (socios, en realidad) pagan $ 15 mensuales por ambas prestaciones.

Caños obsoletos
El gran problema es la antigüedad y la falta de mantenimiento de los caños. Esto derivó en afloramientos de aguas servidas en distintos puntos. "En mi casa ni siquiera puedo lavar los platos, es una situación espantosa la que vivimos. Tenemos miedo a las enfermedades; ya no aguantamos más", comentó Juana de Artaza.
Mientras los vecinos contaban sus penurias, un camión de desagote sacaba el agua de una de las casas. "Esto es de todos los días, pero nunca se soluciona el problema", protestó Aída Pérez. "Sólo el que tiene plata puede comprar agua mineral para beber, pero en general casi todos estamos obligados a pedir agua en los barrios vecinos, que se proveen gracias al servicio de la SAT", ilustró Segunda Esther Albarracín.
Adriana Pérez y varias vecinas coinciden: "a esta situación se llegó porque la junta vecinal de agua potable no hace el mantenimiento necesario. Las autoridades de la comisión les echan la culpa a los vecinos que no pagan, pero todos sabemos que reciben subsidios. Ni siquiera nos invitan a las reuniones que hacen para poder discutir el tema, no avisan por la radio ni nos informan sobre la rendición de cuentas", se quejaron.
Isolina García recordó que hace dos meses los vecinos se quejaron ante el Defensor del Pueblo, pero que hasta ayer no habían obtenido respuesta. "Todos queremos que la SAT se haga cargo del servicio", remarcaron.

Orgullo
Sin embargo, Alfredo Ortega, presidente de la Junta Vecinal de Agua Potable, Salubridad y Fomento de Villa Angelina, no oculta su orgullo por representar el único servicio privado de agua y cloaca de la capital.
"Jamás deberíamos entregar a la SAT un pozo que hace tanto tiempo lo cuidamos. Es cierto que los caños están obsoletos y que no fueron mantenidos por las comisiones anteriores; pero este servicio nos permite tener agua pura y por un costo mínimo de $ 15 mensuales. La gente no tiene conciencia de lo valioso que es tener un pozo propio, que beneficia a 970 familias", remarcó el dirigente vecinal.
De inmediato, Ortega convocó a una reunión de los vecinos para el domingo.

Deben renovarse unos 3.000 metros de cañerías
"Tenemos un pozo propio, de 160 metros de profundidad. El sistema data de hace más de 30 años y las comisiones directivas anteriores no lo mantuvieron en buen estado", explicó Alfredo Ortega, desde hace siete meses presidente de la junta vecinal de Villa Angelina. Dijo que la Dirección de Arquitectura y Urbanismo (DAU) colabora con los vecinos en el proyecto de paliar la situación. Precisó que los caños son de fibrocemento y que ya completaron su vida útil. "De tanto destrancar con agua a presión se fueron rompiendo; por los agujeros hay afloramientos permanentes", reconoció.
Según Ortega el mantenimiento es difícil debido a que faltan herramientas y maquinarias. La DAU ayuda con estas cosas. "Nos colabora para cerrar el predio donde está el tanque. Todavía hay caños obstruidos en Pérez Palavecino, donde desemboca el colector que corre paralelo a calle 9 de Julio, y que está tapado desde hace cinco años, y eso produce afloramientos cloacales", agregó.
Ortega sostuvo que se necesitan cambiar 3.000 metros de cañerías. Por ahora se renovarán 300 metros con el aporte de la DAU. También hacen falta más fondos. Los vecinos pagan $ 15 mensuales pero hay 300 morosos. Los gastos son muchos, sobre todo el gasto fijo de la boleta de luz, ya que la bomba para extraer agua potable, que es eléctrica, funciona día y noche.

La Gaceta (Argentina) 25-08-10