Casi un año después del cierre de Navarro, muchos de los que subsistieron entre los desperdicios sobreviven en precarias condiciones.
Una densa nube de moscas zumba por encima del bebé de Elisa Cuero, quien, ajeno, duerme en un colchón sobre tierra y pasto. El cambuche se levanta cerca al depósito de Navarro, donde los insectos, junto a un fogón oxidado, se sumergen en un balde con arroz y banano que Elisa consiguió entre las sobras en la galería de Santa Elena.
De eso, de los que los demás desechan, se alimentan la recicladora, su madre y sus dos hijos: el pequeño de dos meses y una niña de tres años. Ambos infantes suelen quedar en el día bajo el cuidado de la abuela, Aufrosina Cuero, mientras la madre busca comida o algún dinero con la venta de desechos reciclables que saca de la basura en las calles.
Hasta el año pasado, Aufrosina, Elisa y cientos de personas vivían del ‘botín’ que les disputaban a los gallinazos en la cima del vertedero municipal. Cuando a Navarro le llegó su cierre se había convertido en una cordillera de un kilómetro de basuras al aire libre, junto a una montaña, también de desperdicios, que alcanzó los 20 metros de altura.
En la actualidad, el cuadro es aún más dramático. Casi un año después de que el sitio de disposición final fue clausurado (el 25 de junio del 2008), gran parte de los recicladores de Navarro sigue a la deriva, agravando el problema social de Cali. Por ahora, la Alcaldía, la liquidada Emsirva y la Corporación Autónoma Regional del Valle, CVC, han ofrecido contrataciones temporales para que recojan desechos y hagan reciclaje en la calles de Cali.
Sin embargo, muchos recicladores coinciden en que no se han beneficiado con estas ayudas prometidas tras la toma de la iglesia La Ermita en agosto del 2008, a pesar de que el Municipio dice que trabaja en un plan social.
Ahora una decena de ellos, como Elisa y Aufrosina, se ha instalado con sus familias en la entrada a Navarro, frente al jarillón. No están sobre el dique, como ocurrió en febrero de este año cuando hubo un desalojo de esa zona.
La mayoría de los ‘cesantes’ del antiguo ‘basuro’ dicen que algunos se han separado de sus cónyuges y que casi todos han alquilado cuartos en el barrio Mariano Ramos o han pedido posada a amigos y familiares.
Con el cierre del ‘basuro’ de Navarro se inició el drama para los recicladores, un ‘ejército’ cuyo verdadero ‘pie de fuerza’ se desconoce.
Algunos aseguran que son 1.200, mientras que la Alcaldía, Emsirva y la CVC creen que son entre 605 y 609. Las cifras fueron resultado de un estudio durante la alcaldía de Jhon Maro Rodríguez, de acuerdo con informes de la CVC. Esta entidad participó luego, en el 2004, en un proyecto por $815 millones que resultó fallido para el mejoramiento de las condiciones de los recicladores, a través de una empresa asociativa de reciclaje. Algunos recicladores dijeron que nunca se concretó por desconfianza en una fundación propuesta en la alcaldía de Apolinar Salcedo.
Hoy, hay una lucha codo a codo por obtener empleos con la Alcaldía, Emsirva o la CVC, lo que provocó divisiones entre los mismos recicladores. Antes todos estaban representados por la cooperativa Upframe, que gestionaba contratos con Emsirva. Sin embargo, la mayoría se retiró. “No hubo acuerdos”, dijo Jesús Viveros, de Upframe, cooperativa que quedó con 30 afiliados y que tenían contratos con la liquidada empresa de aseo. “Después del cierre de Emsirva no nos han dicho qué va a pasar con nosotros”, enfatizó Viveros.
De esta división surgió la cooperativa Redecol, que calcula 625 recicladores.
“Pero son muchísimos más”, objetó Ana Milena Belalcázar, quien empezó a escarbar en el vertedero cuando tenía 8 años. “Nuestro malestar es porque sólo están teniendo en cuenta a los 625 y en el momento del censo hace seis años hubo circunstancias que impidió que muchos fueran contados”, dijo Belalcázar, de la Asociación de Recicladores Arena, también disidente de Upframe.
Frente a toda esa demanda, el Municipio ofreció 375 empleos por dos meses, un proceso que tendrá como operadores a las fundaciones Samaritanos de la Calle y Solidaria, ambas de la Arquidiócesis de Cali. En la agenda también figura trabajar con todos los 600 registrados de Navarro y con unos 1.500 recicladores de las calles de Cali para conformar una empresa de reciclaje. El Dagma planteó, además, que unos 80 de los 375 beneficiados laboraran, en un comienzo, como apoyo a la emergencia sanitaria de Cali, en especial en el norte, donde Emsirva prestaba servicios. Pero algunos de los esperanzados dijeron que no fue así.
No obstante, el director del Dagma, Jesús González, respondió que sí se hizo la contratación y que una muestra de eso fue el inicio de actividades de planeación con los mismos 375 recicladores.
Ésta sería la segunda vinculación de estas personas, a quienes un primer contrato que habían firmado por cuatro meses se les terminó en febrero de este año. La mencionada contratación fue en respuesta a un compromiso de la Alcaldía, después de la toma de La Ermita, de facilitar empleos a los 375 iniciales. Emsirva se ocuparía de otros 200. “Pero no cumplió”, dijeron en la Alcaldía. “Emsirva sólo ofreció la mitad de los empleos”. En Emsirva respondieron que sí hubo contratos y procesos con el Sena. Por su parte, la CVC había contratado a otras 30 personas, pero ya no.
Es pues, todo un drama del cual sigue ajeno el bebé de Elisa Cuero. Duerme arrullado por el zumbido de las moscas.
Revueltos llegan los residuos sólidos de Cali y de su área metropolitana al relleno sanitario de Yotoco. Tanto material recuperable como los desechos orgánicos arriban mezclados y así son cubiertos en el relleno sanitario de Yotoco. Parte de la causa es que no se hace la separación de residuos desde las casas de los caleños, como lo ha recalcado la Universidad del Valle.
La ciudad produce cada día 1.700 toneladas de basura, el 60% de las cuales son desechos orgánicos y el 30% de los residuos restantes son reciclables. Por ello, 120 toneladas diarias de desechos que podrían aprovecharse no se están recuperando.
El gerente regional de Interaseo, el ingeniero Eduardo Ramírez, confirma que la estación de transferencia, que se aspira esté lista a finales del mes, no está contemplada para realizar labores de reciclaje. Explicó que para ese propósito de descarga de los vehículos se requiere una licencia ambiental y que con la estación se busca controlar el escurrido de lixiviados y el transporte adecuado de las basuras.
Pero eso no es lo que espera la Alcaldía de Yotoco, la cual tiene puestas sus esperanzas en la estación de transferencia para aliviar esta cuestión.
# 1.700 toneladas de basuras llegan a diario y sin separar al relleno sanitario de Yotoco.
# 77 toneladas de material diario se puede aprovechar de las casas del norte caleño.