Argentina | Buenos Aires | 14-04-2014

Los vecinos se quejan por los olores putrefactos y la proliferación de ratas de gran tamaño. Aseguran que los desperdicios son arrojados por carreros y habitantes desaprensivos, tras el retiro de volquetes de la comuna.
Vecinos de la Ribera de Quilmes reclamaron al municipio la limpieza de un basural a cielo abierto, donde los llamados carreros -y también algunos habitantes de la zona- arrojan todo tipo de residuos contaminantes, que deben incendiar a menudo para evitar olores putrefactos en el ambiente.
La basura se concentra en un predio privado perteneciente, según indicaron los vecinos, al Círculo Universitario Quilmes (CUQ), que está ubicado en Jorge Newbery (74) y Garibaldi. Allí se acumula gran cantidad de residuos domiciliarios, pero también aprovechan para tirar restos de poda y animales muertos, entre otros desechos, todo a metros de numerosas casillas humildes.
Si bien los habitantes reconocen que actualmente el camión de basura circula a diario por la las calles internas, el problema comenzó cuando «sacaron los volquetes municipales sobre avenida Otamendi y la gente, empezó a pagarle a los que trasladan la basura en carros», explicó Martín Salazar, un vecino que reside en la zona junto a su padre y trabaja en una carnicería del barrio.
Asimismo, el joven indicó que retiraron los volquetes de recolección «porque la gente les prendía fuego. Pasaban varios días sin que vaciaran los tachos, por lo que se acumulaba una gran cantidad de bolsas y el olor se hacía insoportable. Por eso la gente incendiaba los contenedores», remarcó Salazar en diálogo con este medio. 

Piden limpieza  

El predio en cuestión donde está instalado el basural está rodeado de casas. Los vecinos que están más cerca se quejaron por el olor que emanan los desechos en descomposición, pero también por la gran cantidad de roedores que invaden las inmediaciones.

Es tal la presencia de ratas que «hasta se comen las maderas de las casas». Antonio Raña, un vecino que está levantando su vivienda a metros del foco contaminante, aseguró que «tienen el tamaño de un gato y no le tienen miedo a la gente. Las tenemos que cazar, se meten en mi casa y se comen los postes que estoy colocando», añadió el habitante de la ribera.

FUENTE:
Diario Popular ( Argentina )