Varios municipios cordobeses han prohibido o limitado su entrega a los comercios. ¿Qué usan en esos casos los vecinos para retirar cada día la basura de sus hogares? Los dilemas de una búsqueda y de varios ensayos que están a prueba.

Una veintena de localidades cordobesas han dictado, desde el año pasado, ordenanzas que prohíben o limitan el uso de bolsas de nailon (o polietileno). La medida apuesta a reducir el impacto ambiental que genera ese material, que tarda cientos de años en degradarse y que es uno de los que más puebla el paisaje de los basurales del interior provincial. Además, genera un impacto visual negativo.
Con mayor o menor éxito en su aplicación inicial, en varias localidades ya están rigiendo esas normas y en otras entrarán en vigencia este año.
¿Cómo la saco? "Dígame: si no me dan bolsas, ¿en qué saco yo la basura a la calle para que la retire el camión recolector? Si no me las dan, debo comprarlas. O sea que gasto más y lo mismo van bolsas al basural", se preguntó una señora en la caja de un supermercado de Río Tercero, comentando la medida de restricción que en esta ciudad empezará a regir en estos días.
Ese dilema que se presenta para el vecino, desde el sentido común, no tiene respuestas definitivas en varios de los municipios que están avanzando en este rubro: si los comercios no dan bolsas, lo mismo serán usadas porque de algún modo se seguirá sacando la basura a la calle.
¿El objetivo final de que el basural no las tenga se ve así relativizado?, ¿qué respuestas encuentran los municipios para mostrar la utilidad de todas maneras de esta medida?
Muchos municipios promueven las bolsas de tela para hacer las compras y algunos hasta las entregan gratis (como Laguna Larga y, pronto, Arroyito). También hay supermercados que ahora las venden.
Pero el dilema, para los vecinos, es en qué "envase" retiran los residuos de cada casa y que terminan en los basurales.
Algunos casos. Villa General Belgrano empezó a aplicar hace dos meses la ordenanza que prohíbe a todos los comercios la entrega de bolsas de nailon. El concejal oficialista Alejandro Ferreyra, promotor de la medida, señaló que "el nivel de cumplimiento es alto" y apuntó que el objetivo es reducir de nueve millones a un millón la cantidad de bolsas que por año terminan en la basura de esta localidad de ocho mil habitantes.
Allí, los vecinos deben terminar comprando bolsas para retirar su basura diaria. "Pero ese hecho ya reduce la cantidad total: lo que antes iba en cinco bolsas ahora va en una y esperamos reducirla más aún", señaló el edil. Ferreyra explicó a este diario que no optaron por obligar a los comercios a usar bolsas de nailon biodegradable "porque su utilidad es relativa, ya que sigue siendo nailon, con su efecto contaminante y visual, sólo que –dijo– en vez de degradarse en 100 años lo hace en cinco o seis".
Villa Giardino y La Falda están a punto de aplicar, desde este 1° de julio, ordenanzas que ya han creado. Por ser localidades muy próximas, sus concejos deliberantes acordaron con buen tino igualar la medida. Y en la Comunidad Regional Punilla estudian ahora adoptar un criterio general para todas las localidades del departamento.
Walter Racke, del área ambiental municipal de Villa Giardino, señaló que allí exigirán ahora que todos los comercios usen bolsas biodegradables y, en los casos posibles, de papel. "Es cierto que las biodegradables siguen siendo de nailon, pero ya representan un impacto menor. Y la apuesta es a reducirlas paulatinamente también, en una futura etapa", señaló Racke.
Río Tercero sancionó en 2008 una ordenanza que fija limitaciones en etapas. Desde la próxima semana, cada comercio no podrá entregar más de dos bolsas de nailon por cliente; en enero, ese límite será de una, y desde julio de 2010 la prohibición será total.
Rodolfo Arribas, concejal opositor que promovió la norma, admite que no está resuelto cómo hacer para que los residuos no lleguen en bolsas al basural municipal. Pero responsabiliza al Gobierno local por no haber previsto aún alternativas que complementen el proyecto en ese sentido. Para Arribas, el uso de bolsas biodegradables no representa una solución "porque al menos las que se ofrecen hoy en el mercado siguen siendo de polietileno". A cambio, sugiere que se implemente un sistema de contenedores públicos por cuadra (que evite a los vecinos el uso de bolsas). Mientras, la apuesta es que si la gente debe comprar las bolsas porque los comercios no las dan (en caso de que se controle efectivamente que eso ocurra), la cantidad que llegará al basural por habitante disminuirá.
En varios municipios creen que el uso de contenedores sería complejo y generaría resistencia en los vecinos, que no querrán ver esa presencia permanente en sus esquinas.
San Francisco también legisló sobre el tema, pero en este caso obligando a supermercados y comercios a usar sólo bolsas de nailon biodegradable. Desde octubre, al menos el 30 por ciento de las bolsas que entreguen deberá ser de ese tipo. Seis meses después, ese porcentaje se elevará al 60 por ciento y en un año deberá llegar al ciento por ciento. María Teresa de Ferrero y Carlos Roffé, concejales que promovieron la norma, sostienen lo que otros relativizan: "Las bolsas biodegradables –dicen– no provocan emanaciones como el polietileno común". En lo que todos coinciden es en que se degradan mucho antes que las comunes.
La iniciativa generó algún reparo en el sector comercial, por el mayor costo que le implicará. Según comentaron algunos comerciantes, estas bolsas biodegradables costarían un 20 por ciento más que las tradicionales.
En San Francisco, como en otras ciudades, la mayoría de los supermercados lanzaron por su cuenta campañas para concientizar a sus clientes sobre el uso de bolsas reutilizables, que venden en sus locales. Por ejemplo, Supermercado Pingüinos dice haber entregado 450 mil bolsas de nailon menos desde diciembre a junio y que un 18 por ciento de sus clientes concurre ya con las reutilizables. El aporte es evidente, pero la pregunta sigue siendo qué bolsa usan para retirar cada día la basura.
Laguna Larga inició el año pasado una campaña en este rubro. El municipio adquirió bolsas de tela que entrega a los comercios, para distribuir entre los clientes. Fernando Salvucci, del área ambiental local, dijo que apuestan a que la gente use bolsas de consorcio (de nailon pero más grandes) para retirar la basura, que por su tamaño implican menor cantidad. Y apuntó que "aunque es un proceso que llevará tiempo", ya se percibe en esa localidad que el basural local recibe menos polietileno.

Municipios
Dónde legislaron
Entre las localidades cordobesas que han sumado normas para intentar reducir el uso de las bolsas de nailon y su impacto como basura no degradable figuran Cruz del Eje, Villa María, Justiniano Posse, Río Tercero, Villa General Belgrano, La Cumbrecita, Monte Buey, Laguna Larga, San Francisco, Villa Giardino, La Falda, Salsipuedes, Capilla del Monte y Arroyito, entre otras. Varias más están analizando actualmente ordenanzas para sumarse a la lista.

¿Cuántas son?
2.500.000.000
Ese número –dos mil quinientos millones– sería la cantidad de bolsas de nailon que por año terminan en todos los basurales de la provincia, sumando los pocos enterramientos sanitarios existentes (Córdoba, Río Cuarto, Villa Dolores) y los casi 700 a cielo abierto que persisten.
Un municipio que se tomó el trabajo de estimar la cantidad de bolsas usadas fue Villa General Belgrano: según concluyó, con ocho mil habitantes estables más los turistas que recibe (que elevarían el promedio a unas 10 mil personas) se mueven unos nueve millones de bolsas por año.
Si se tomara esa estimación como razonable, se podría calcular que una ciudad como Bell Ville (de 34 mil pobladores) movería unos 30 millones de bolsas por año. Y otra como Villa María, con 67 mil habitantes, llegaría a contar por año unos 60 millones de bolsas. Llevado el cálculo a los más de tres millones de pobladores de la provincia, se pueden intuir esos dos mil quinientos millones de bolsas.