Unos 30 municipios y comunas cordobeses están dando sus primeros pasos en proyectos de recuperación y venta de basura para reciclado. De ese modo, reducen el impacto y el volumen que va los basurales o vertederos, y generan, a la vez, recursos y empleo con la venta de plásticos, vidrios, metales y cartones, o producción de compost (fertilizante natural).
Son 30 sobre 427 localidades cordobesas. Pero marcan un camino.
Algunos municipios están, además, avanzando en la recolección diferenciada, por la que sus vecinos sacan la basura en forma separada: orgánica (restos de alimentos) e inorgánica. Esa práctica facilita la clasificación para el reciclado.
Ninguno llegó aún a que el cien por ciento de sus vecinos saque a la calle los residuos ya separados, pero varios han superado el 50 por ciento de adhesión en pocos años.
En otras localidades, siguen recolectando todo junto, pero separan lo reciclable en sus predios de tratamiento.
Experiencias en marcha. Las Varillas, en el departamento San Justo, por ejemplo, inició la recolección diferenciada hace cuatro años. Es voluntaria, pero va creciendo en adherentes.
Adriana Carranza, directora de Ambiente de la Municipalidad de esa localidad, señaló que en un año recuperaron 113 mil kilos de plásticos, papeles, metales y vidrios. Con su venta, el municipio sostiene la pequeña planta de acopio que montó. Por el plástico recibe, en trueque, de la empresa a la que se lo entrega, juegos infantiles y bancos para plazas fabricados con material reciclado.
En Villa Dolores, cabecera del departamento San Javier, el municipio estima que en cuatro años, desde que empezó a separar la basura, ha llevado a reciclado un millón de kilos, entre vidrios, papeles, plásticos y metales.
Por esas mil toneladas recuperadas en su planta de tratamiento, asegura que generó ingresos por 388 mil pesos y trabajo para 22 personas, solventado en parte por esas ventas.
Justiniano Posse, en el departamento Unión, ya tiene toda su área urbana (de nueve mil habitantes) con recolección diferenciada.
El 70 por ciento de los frentistas cumple con la consigna. El municipio produce compost con los residuos orgánicos y se lo regala a los vecinos. Los plásticos, vidrios y metales, los comercializa para financiar parte del sistema. Sebastián Bruno, a cargo de la tarea en el municipio, señaló que un 35 por ciento del volumen total de residuos ya se recicla. “Llegar al 50 es muy complicado, acá, y en todo el mundo”, acotó.
Villa Giardino, en Punilla, fue pionera. En 1987 empezó a producir compost con la basura que sus vecinos separan desde sus casas. La mitad de los frentistas lo hace. El municipio genera 360 metros cúbicos anuales de ese fertilizante natural, que utiliza en sus plazas y entrega a los habitantes que lo solicitan. En cambio, con los residuos inor gánicos el desarrollo está en etapa inicial.
Jesús María, en el departamento Colón, no tiene casi recolección diferenciada, pero, en el basural, una cooperativa de trabajo realiza la separación.
El municipio acondicionó un galpón donde 16 personas que forman la cooperativa separan vidrios, plásticos y metales, y los subsidia pagando 70 pesos por tonelada recuperada. Evita enterrar casi 200 toneladas mensuales y cada trabajador se lleva unos 2.700 pesos. La idea es sumar una planta de compostaje para darle destino también a los orgánicos. Hace tres años, el mismo basural estaba colapsado, sin tratamiento alguno de sus residuos.
Uno en Sierras Chicas. En Sierras Chicas, Unquillo es el único municipio con un plan integral. Comenzó en 2001 y desde 2010 casi toda la ciudad tiene recolección diferenciada.
Convirtió el ex basural en una planta donde se clasifican los desechos y se los compacta, para reducir volumen. Con los orgánicos producen compost, que se entrega a los vecinos.
Parte de los inorgánicos se vende a recicladores. Lo que sobra se transporta al predio de enterramiento de Córdoba capital, pero Unquillo lleva allí la mitad de la basura que Río Ceballos, con casi la misma cantidad de habitantes.
Alejandro Roca, en el sur, en el departamento Juárez Celman, recolecta casi tres toneladas de basura por día.
Hace tres años, dejó de enviarla al enterramiento de Río Cuarto. Con el mismo presupuesto, desarrolla un programa propio: seis empleados la clasifican y la venta de plásticos, vidrios y metales pagan el sueldo de la mitad.
“Por una camionada de chatarra hace poco cobramos 11 mil pesos, por ejemplo. La basura no da ganancia pero tampoco pérdida. Y generamos puestos de trabajo en blanco para gente que antes se dedicaba al cirujeo, logramos tener orden, sin olores ni ratones, aportamos al ambiente y se concientiza la población. La mitad ya separa la basura en su casa”, destacó el intendente Aldo Etcheverry.
En Villa María, cabecera del departamento San Martín, la experiencia de reciclado se inició en 2006, a través de una cooperativa de trabajo que en el basural municipal separa entre 10 y 15 toneladas por semana, que vende a mayoristas.
Representa por ahora sólo un tres por ciento de los residuos totales que genera la ciudad. La planta de reciclado ocupa a 24 personas, cuyos ingresos son variables y no llegan –según aseguraron a este diario– a un salario mínimo.
70% de vecinos. Es el porcentaje de frentistas que en la localidad de Justiniano Posse cumple con la consigna de recolección diferenciada propuesta por el municipio.
Un millón de kilos. Es lo que calcula el municipio de Villa Dolores que ha llevado a reciclado en cuatro años. Los materiales incluyen vidrios, papeles, plásticos y metales. Por esas mil toneladas recuperadas en su planta de tratamiento, asegura que generó ingresos por 388 mil pesos y trabajo para 22 personas, solventado, en parte, por esas ventas.
Vertederos
Problema provincial. La mayor parte de los municipios y comunas cordobeses amontona sus residuos en vetustos basurales a cielo abierto, sin tratamiento alguno. O en enterramientos precarios sin reciclaje posible.
Nuevos vertederos. Tres zonas tendrán en breve vertederos controlados regionales, ya ejecutados con fondos provinciales pero demorados en su puesta en marcha. Reunirán la basura de los departamentos Calamuchita, General Roca y Roque Sáenz Peña.
Separar y enfardar. Según se asegura, allí enterrarán en fardos herméticos sólo la basura que sobre de un proceso de selección para separar el material reciclable y vendible. Entre los tres, sumarán la basura de unos 60 municipios y comunas.
Las tres «r», cuanto antes
Cuesta que un intendente o jefe comunal fije como prioridad de la gestión el tratamiento adecuado de los residuos.
El destino final de la basura es un dilema mundial. Pero las experiencias más avanzadas y sustentables las encarnan aquellos que apelaron a las tres “r”, por reducir, reutilizar y reciclar.
El dilema se agiganta al comprobar que mientras se requiere reducir el volumen de basura que generamos, crece el consumo que multiplica desechos.
La sociedad de consumo –de comprar, tirar y volver a comprar– va dejando una herencia de basura, con la que no sabe qué hacer.
Si amontonar, enterrar o incinerar no es salida, por el impacto ambiental y sanitario que implican, el desafío será a dos puntas: generar menos residuos y recuperar la mayor cantidad para reciclar.
Cada cordobés genera un kilo de basura por día. Para reducir ese volumen debería generarse conciencia ciudadana, pero también nuevas normas como una ley nacional de envases que restrinja, por ejemplo, la cantidad sin fin de plásticos utilizados. Y faltará un compromiso del sector industrial para no abusar de la reducción deliberada de la vida útil de productos.
En la otra punta, el reciclado implica un aporte al ambiente porque baja el impacto y volumen en los basurales y, además, supone el uso de menos energía, agua y recursos para fabricar nuevos productos al reutilizar materiales. Abre además la posibilidad de que la basura genere recursos y hasta empleo.
Hoy, unos 30 municipios cordobeses están ensayando algunas experiencias. Son aún la minoría, pero marcan un camino que 15 años atrás parecía inexistente.
La mayor parte de los 3,5 millones de toneladas diarias de basura que generamos los cordobeses termina hoy en basurales a cielo abierto o en enterramientos precarios.
Cuesta que para un intendente o jefe comunal el tratamiento adecuado de los residuos sea una prioridad. Generalmente, los basurales no se ven y lo más barato resulta seguir arrojando los desechos sin tratamiento alguno.
Hasta que la montaña nos tape, el humo nos harte, o el aire, el suelo y las napas nos avisen, tarde.
En San Justo, varios municipios quieren y pueden
Los gobiernos locales de Devoto, Colonia Marina, Las Varillas, La Para, Freyre y La Paquita tienen un plan de reciclado. Las comunas están asesoradas por biólogas.
En el departamento San Justo, del este cordobés, los municipios de Devoto, Colonia Marina, Las Varillas, La Para, Freyre y La Paquita desarrollan un plan similar de reciclado.
Todos son asesorados por las biólogas Laura Marchese y Ana Villaroya, que aseguran que con el mecanismo en marcha todas han logrado reducir entre 40 y 50 por ciento el volumen de que va a sus basurales.
“En estas localidades los vecinos realizan en sus hogares la separación de residuos. Cada pueblo tiene una planta donde se clasifica luego según su tipo y se enfarda lo que se vende a empresas recicladoras de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. Y con lo orgánico se elabora compost que se usa en plazas y paseos”, dijo Marchese.
De cada 10 toneladas que enterraban antes, ahora tienen ese destino cuatro o cinco: el resto se recupera y vende, o se procesa y es fertilizante.
Otras experiencias. Otras localidades también tienen experiencias en marcha: Capilla del Monte, La Falda, San Marcos Sierras, Monte Maíz, Morrison, Marcos Juárez, Camilo Aldao, Corral de Bustos, Los Surgentes, Oncativo, Arias, James Craik, Nono y Los Hornillos, entre otras localidades.
En Río Tercero parte de los residuos ya no van al basural municipal. Esto es así por una iniciativa privada y otra comunitaria de una ONG.
Una empresa familiar recolecta en toda la ciudad, con canastos en veredas, varias toneladas mensuales de envases plásticos, que luego tritura, compacta y vende para reciclado. Mientras, un proyecto iniciado hace cuatro meses por la delegación local de La Luciérnaga, recupera casi 10 toneladas mensuales de papel en toda la ciudad, con la adhesión de las escuelas, municipio y empresas e instituciones que adhieren como recolectores.
En La Cumbrecita, a partir de un trabajo entre la escuela y la comuna, el 40 por ciento de los hogares genera compost en sus patios, mediante lombricultura. A fin de año quieren llegar al 80 por ciento. Ni retiran la basura orgánica: la transforman en tierra fertilizada.