El control de la basura sigue generando serios problemas entre los habitantes que habitan en inmediaciones del Volcadero municipal.
Si bien el humo está parcialmente controlado, ahora el ambiente está pesado por las disputas que generan los residuos que llegan de los grandes supermercados.
Entonces, por un lado, los vecinos de la zona aseguran que la situación está “mucho mejor” en cuanto a la contaminación del aire.
En la Guardia del centro de salud Ramón Carrillo lo corroboraron. “Vienen pacientes con problemas respiratorios causados por la llegada del frío, pero no tantos por el humo”, relató una de las enfermeras del centro de atención del barrio San Agustín.
El padre Eduardo Jacob, de la iglesia Guadalupe de La Floresta, confirmó a UNO, mientras subía la empinada y polvorienta calle Ameghino: “Por suerte las cosas están un poco mejor”.
El párroco del barrio es muy cuidadoso con las palabras porque sabe que debe mantener el frágil equilibrio que existe en la zona para no herir susceptibilidades.

Tensión. Con el humo parcialmente controlado ahora los problemas de los trabajadores están en las discusiones que se presentan entre los acopiadores.
En el Volcadero aparecen ocho grandes centros de recepción de los residuos que produce la sociedad paranaense.
A los terrenos llegan los camiones municipales y de supermercados. La pelea por la basura es grave y tiene numerosos tiroteos y peleas territoriales latentes.
El consumo de drogas ilegales, entre jóvenes y adultos complica aún más el sombrío panorama.
En algún momento, la formación de una cooperativa llevó cierta esperanza a los cartoneros.
Es que familias enteras necesitan, entre tantas cosas, mejorar sus condiciones de trabajo.

La organización de los cartoneros
José “Chivo” Mioletto es uno de los acopiadores del Volcadero.
“Este es mi barrio” se anima a decir el empleado municipal que además coordina el trabajo de unas 270 familias.
Al patio de su casa llegan los camiones de los recolectores municipales y, cada 15 días, los de dos cadenas de supermercados.
El lunes ingresan al predio las mujeres. Los miércoles los varones y los viernes los “punteros” que se llevan la comida pero le dejan lo que se puede comercializar. El “Chivo”, como es parte del negocio, no cree en la cooperativa. “Le quieren pagar 450 pesos por mes. La gente está acostumbrada a trabajar por la moneda diaria”, cuenta descreído.

datos
El cobre es lo que mejor se paga en el mundo de los cartoneros: 20 pesos el kilo.
Lo que más se recolecta son las botellas de plástico, que en la jerga se conoce como cristal. El kilogramo se paga 0,70 pesos
Uno de Entre Ríos (Argentina) 22-06-10