Lo señaló Gloria Petrino, senadora provincial por el Departamento Junín. La falta de voluntad política, una traba imperante para solucionar el problema del basural.
A fines de setiembre, el Gobierno de la Provincia y la mayoría de los municipios de San Luis firmaron un pacto que se dio en llamar “Plan diez mil” que consiste en la inversión, en localidades del interior y en un plazo de cinco años (2011- 2015), de diez mil millones de pesos en obras públicas destinadas principalmente al cuidado del medio ambiente, al crecimiento de la infraestructura turística.
Este convenio, bien recibido por la mayoría de jefes comunales, hasta el momento no fue firmado por el intendente de Merlo, Sergio Guardia; mientras tanto, el verano y el calor están por llegar a la villa turística y con ellos crecerá el riesgo de infecciones en uno de los polos más importantes de afluencia turística del norte sanluiseño.
Es que muy cerquita del casco céntrico de la ciudad convive, con la cadena del imponente Comechingones y las paquetas casas de la zona, el depósito municipal de residuos, la otra cara de la villa merlina, es decir, un predio de entre 6 y 7 hectáreas, setenta mil metros aproximadamente, de basural a cielo abierto.
A 5.500 metros de la Plaza del Marqués de Sobremonte y a 4.000 del Hospital de la Villa de Merlo, una extensa montaña de basura, que supera los cinco metros de alto, chorrea líquidos hediondos después de cada lluvia, crece y se expande con cada camionada que descargan los trabajadores luego de la colecta de residuos y es una mezcla de animales muertos con restos residuales de restaurantes y hoteles, más desechos de heladeras y computadoras.
Todo coexiste en el basurero junto a unos cien perros que van a parar allí por falta de políticas municipales de contención y de responsabilidad de los vecinos.
El predio no es cosa nueva. Crece silencioso, en el oeste de la ciudad, desde comienzos de los noventa. El Diario de la República consultó ayer tres voces reconocidas de la vida social merlina y todos coincidieron en dos puntos.
Primero, el basural a cielo abierto supone un foco infeccioso y de contaminación para Merlo y sus habitantes y segundo insistieron en la "falta total de voluntad política para revertir la situación".
Mario Nicoletti por los años ochenta fundó Juvennat (Juventud y Naturaleza), una ONG comprometida con el medio ambiente y que desde entonces trabaja en pos de su cuidado. Nicoletti expresó estar cansado de luchar y no encontrar eco a sus reclamos. Hoy, desgastado por el tiempo, por las denuncias hechas al viento y la indiferencia, el ingeniero no deja de destacar el desinterés político en dar una solución al problema.
También, El Diario consultó la opinión de la senadora provincial por Junín, Gloria Petrino. La Legisladora explicó que el basural es un foco contaminante del medio y de las napas subterráneas, pero supone además un gran escollo para el desarrollo urbanístico de la villa.
"Justo enfrente del basural municipal, cruzando la ruta 5, están construyendo un barrio privado", comentó. "La ciudad de Merlo no puede expandirse hacia las sierras; de crecer, y crece todo el tiempo, tiene necesariamente que hacerlo hacia el oeste, hacia el basural. El vertedero será un obstáculo para el crecimiento urbanístico", agregó.Al igual que Petrino, Olga Benavídez, presidenta de Juvennat, destacó la falta de respuestas desde las gestiones municipales que se han sucedido en el tiempo: "Merlo crece a pasos agigantados y no hay, hasta ahora, una conciliación armónica con el medio", afirmó.
El Diario de la República (Argentina) 07-10-10