En el extremo sur de Los Troncos, donde Azcuénaga une Furlong y J.B. Troncoso, hay una canchita en la que los pibes pasan el rato jugando al fútbol. A muy poca distancia, la sede de la vecinal, el dispensario y la comisaría concentran buena parte de la vida cotidiana de este barrio del oeste. Sin embargo, a escasos 100 metros, en un predio ubicado delante del lugar donde una enorme cava abre sus fauces, una irregular concentración de pilas de basura agrede la vista y el olfato.
Esta situación genera contratiempos a los vecinos que habitan en las inmediaciones, que van desde olores nauseabundos y presencia de roedores y moscas, hasta problemas cada vez que los desperdicios invaden la calle y obstaculizan el paso.
“No sos dueño de sentarte en la vereda a tomar mate, no se soporta el olor”, describió Oscar Duarte, que tiene su vivienda a 50 metros del basural. “Muere un perro o un caballo y lo tiran ahí. Prenden fuego y mi señora está cansada de tender la ropa y correr a juntarla por el hollín. Tenés que vivir con la puerta cerrada porque no se aguantan las moscas”, amplió.
Carlos Cámara, cuya vivienda está a tan sólo una cuadra de la basura, coincidió en el diagnóstico. “Es horrible. Tenemos que vivir encerrados por el olor nauseabundo y las ratas. Hasta tiran animales muertos. Todos los días, los cirujas vienen a limpiar los carros acá. No puede ser”, lamentó. Como si esto fuera poco, este vecino recordó que los trastornos se multiplican cuando llueve mucho, debido a la gran cantidad de basura que dejan los carros y camiones.

Reclamos
La problemática no es nueva. En este punto todos los vecinos consultados -desde los que compartieron a viva voz sus reclamos hasta aquellos que prefirieron reservar sus nombres- coincidieron por unanimidad. Duarte, con las prerrogativas que le aportan sus 20 años como habitante de esta parte de Los Troncos, asegura que lleva varios años.
“Vino un ciruja y tiró basura, vino un camión y tiró basura y así sucesivamente. Fueron cada vez más, hasta que el campito era todo bolsas y basura”, recordó. Hace algún tiempo -prosiguió- un dirigente le consiguió mil pesos que él mismo usó para alambrar el predio donde está la cava. “Pero me pidieron que no la cierre toda, porque iban a tirar ramas de poda”, explicó. Pese a todo, la situación siguió su curso sin modificaciones de fondo y hasta “se fue agravando cada vez más”.
Los pedidos -advierten los vecinos- fueron muchos, no así las respuestas de fondo. “En los últimos tiempos desistí de reclamar, porque vivía alterado”, confesó Duarte. Es que, más allá de las acciones que se concretaron, el basural sigue firme. “Desde 2008 nos estamos reuniendo con autoridades”, aseguró Cámara. Pero sin avances contundentes. “Hace unos días pasó una máquina y levantó un poco (la basura). Pero ya mañana, la calle está tapada otra vez”, se quejó.
Los vecinos están visiblemente cansados de soportar los inconvenientes que cada día llegan asociados con la acumulación de desechos. Incluso aducen que los problemas de salud se agravan por la contaminación que produce. Y quieren que la postal de los chicos pateando la pelota y jugando en medio de las bolsitas de nylon que invaden la canchita, se revierta, ya que, como resumió uno de los habitantes del barrio: “No es digno vivir como vivimos”.

Paradoja
Tras enumerar el rosario de reclamos que ya lleva hechos por el basural y sus efectos negativos, Carlos Cámara advierte un hecho que lee como un contrasentido: “Acá a 1.000 metros, y yo mismo lo he ido a ver, está el relleno sanitario más moderno de Sudamérica. Y acá tenemos el mejor basural de Santa Fe”, dice.

El Litoral Vespertino (Argentina) 24-05-11